Giovanni Sartori
es licenciado en Ciencias Sociales por la Universidad de Florencia. Además, es
un investigador en el campo de la Ciencia Política, especializado en el estudio
comparativo de la política. En 2005 obtuvo el premio Príncipe de Asturias de
las Ciencias Sociales.
En
esta entrada voy a profundizar en dos de sus obras que considero que tratan
temas bastante polémicos: “Homo videns. La sociedad teledirigida” y “La
sociedad multiétnica. Pluralismo, multiculturalismo y extranjeros”.
“Homo videns. La sociedad teledirigida”
es una crítica a la actual sociedad, en la que el domino de la imagen sobre el
de la palabra escrita está transformando al Homo Sapiens en Homo Videns. La
televisión es un medio de comunicación de masas que ha cobrado muchísima fuerza
frente a la prensa escrita. Estoy totalmente de acuerdo con Sartori en que el
ser humano se está convirtiendo en un Homo videns, que ve pero que no reflexiona
sobre lo que se le está ofreciendo en imágenes. En mi opinión, creo que todos
en alguna ocasión nos hemos dejado encandilar por “la caja tonta” como algunos
la llaman. Desde pequeños estamos sometidos al poder de la imagen. El niño
comienza a conocer el mundo a través de lo que las imágenes les ofrece,
perdiendo progresivamente su capacidad de abstracción. Por otro lado, Sartori
no deja de lado la fuerte capacidad que la televisión tiene como instrumento de
poder y en mi opinión, de manipulación de masas. Giovanni también afirma que en
el mundo del homo videns, á única autoridad es la de la pantalla. Esto nos hace
más vulnerables a engaños a través de las imágenes. A su vez, la televisión nos
envuelve de imágenes con un poder de atracción muy grande dejando de lado otros
aspectos que quizá siendo más importantes, no tienen esa capacidad de
atracción.
Es evidente que la televisión y la
radio se han convertido hoy en día en dos de los medios de comunicación de
masas más importantes. Cada vez se leen menos libros, menos periódicos, por lo
que estos dos medios se han convertido casi en la única fuente de información
de las personas, sin olvidarnos de Internet, por supuesto. Estoy totalmente de
acuerdo con Sartori en que estos medios de comunicación de masas están dando
lugar a individuos solitarios, no podemos olvidar a la multitud de jóvenes que
se encierran en sus habitaciones innumerables horas frente al ordenador o la
televisión. Tampoco podemos dejar de lado la cada vez más inusual imagen de
niños jugando en el parque. Hoy en día, muchos de estos niños permanecen en sus
casas jugando a videojuegos que los mantienen despreocupados del resto del
mundo.
Aquí os dejo una entrevista realizada
por el periódico El País en Abril de 2001 a Giovanni Sartori, que está
encabezada por la siguiente frase: “La inmigración sin límites es una amenaza”.
Estaré encantada de recibir vuestros comentarios sobre la entrevista.
En “La sociedad multiétnica.
Pluralismo, multiculturalismo y extranjeros” Sartori afirma que los países
occidentales se están viendo expuestos a una llegada masiva de inmigrantes,
fenómeno cada vez más imparable. Sin embargo, estos países sí que se están
aprovechando de una mano de obra barata y dispuesta a trabajar en ámbitos que
los occidentales rechazan. Aun así, las consecuencias de esta llegada de
inmigrantes son: problemas entre personas de diferentes culturas y una sociedad
cada vez más fragmentada. A su vez, Sartori afirma que el país receptor debe
reconocer los derechos de los inmigrantes, pero que éstos a su vez deben de reconocer
los derechos del país de acogida. Es por este motivo por el que el autor se
opone al establecimiento de una ciudadanía diferenciada.
Estoy de acuerdo con las afirmaciones
de Sartori en las que dice que una sociedad dividida en grupos no es una
sociedad pluralista. Tal y como afirma, una comunidad no puede sobrevivir si en
ella coexisten diversos grupos que rechazan las reglas para una convivencia
pacífica. Es por esto por lo que afirma que una sociedad en la que conviven
diferentes grupos no tiene que ser obligatoriamente una sociedad pluralista,
pues es condición imprescindible para ello, que exista una tolerancia recíproca
entre todos esos grupos.
Me ha llamado la atención un concepto
que Sartori introduce: “el contraciudadano”, que rechaza los principios de la
sociedad que le acoge, mientras que se beneficia de las ventajas que esa misma
sociedad le ofrece. En mi caso, sí que he podido conocer a algún “contraciudadano”,
por lo que estoy de acuerdo con el concepto que este autor introduce.
Para concluir esta entrada, me gustaría
decir que vuelvo a coincidir con Giovanni Sartori, en que la inmigración es un
problema complejo, que requiere de mucha reflexión y no de soluciones fáciles
que no conducen a ningún lado.
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